Eran los 80 y mandaba Lusinchi en Venezuela. Luis María estaba hambriento y cansado de tanto comer quinchonchos. Fue a casa de su suegra, la amable doña Rosa, y le pidió algo de comer. Ella contestó llena de ternura y pena: -Caramba mijo, yo lo que tengo allí son unos quinchonchos de ayer-. Nuno, 29-03-2022
Escribo para que la gente recuerde