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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Las Vegas, un pueblo sin porvenir (II PARTE)

  “Cambia Las Vegas por Ortiz o Achaguas y el ensayo aplica a cualquier pueblo de esta llanura que llega al Rio de La Plata”. Eduardo Mariño. Por Héctor Nuno González Buena parte de los habitantes de Las Vegas y todo el municipio Rómulo Gallegos, por lo vivido en los últimos seis años, vieron llegar de golpe a la vejez y le vieron la cara a la desnutrición. ¿Hay cifras para soportar eso? No, los organismos oficiales ya no las reportan y para investigarlas habría que ser JJ Benítez en busca del diario del Mayor (leer Caballo de Troya).  La carretera principal, las vías alternas y ni hablar de las comunidades improvisadas y jamás consolidadas, como Mata Abdón III, están destruyéndose todas. Cada zona empieza a parecer una isla abandonada y sin acceso. Por estos días, se vive un espectáculo bochornoso en el pueblo, saqueado por años por los ingleses y ahora por los magnates del pollo. En el fondo cuando se husmea, es la desigualdad la que indigna a la gente que sabotea el paso...

Mediodía de marzo

Por: Héctor Nuno González Ilustración: Chinchorro Digital Era un mediodía de marzo y el calor imponía condiciones, todos hacían la siesta, los comercios cerraron y las casas parecían un reverbero, pero nada frenó la determinación de Venancio, que aquel día bendito decidió matar a José Juan. Resolvió zanjar el asunto sentado a la sombra de un mango, ciego del dolor producido por el engaño de Rosa Elena, su mujer. Buscó su afilado machete y emprendió rumbo a la casa de su futura víctima, de quien le habían asegurado, de muy buena fe y fuente, se acostaba con su mujer todas las tardes de faenas prolongadas en el conuco.  Las calles ardían y el sol reafirmaba, como cada día, su espíritu de verdugo inclemente, solo habían unos cuantos perros echados huyendo del calor, indiferentes por completo a la tragedia a punto de tener lugar en el naciente caserío, donde todas las mañanas se recogía agua a orillas de un caño claro.  Caminó con paso firme, su mano derecha empuñaba el cabo del h...

EL NIÑO Y EL ÁRBOL (POR ARGIMIRO MELÉNDEZ)

  ...signos de esperanza Hace ya algún tiempo, una pareja de abuelos que ahora quizás solos, pero, otrora con una familia numerosa, se complacían escuchando en solares vecinos a su casa, los variados ruidos que producían los niños quienes reunidos jugaban. Algunos gritaban, otros sonreían a carcajadas, igual, los más pequeñines reclamaban y hasta lloraban con mucha fuerza por la defensa de sus caprichos. En fin, eran sus más intensas y manifiestas emociones, sí, una total algarabía. Igual, momentos de felicidad que experimentaban los niños. Ésta, llegaba extensiva como un grato contagio y les hacía partícipes y muy agitada compañía, a los siempre atentos y contiguos espectadores...los abuelos. - ¡No peleen! ¡Jueguen, pero no peleen! Gritó una de las madres, Los niños necesitan un parque, pensó en voz alta, uno de los padres. Es probable, respondió otro. Pero ¿quién asegura que después no habrá pelea? Por controlar ¿quién subirá primero al tobogán? ¿o dar vueltas en la rueda, o mece...