Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2019

Carnicería social (I)

A esta fecha del calendario gregoriano, lejos está la sociedad amable ideal en la Venezuela intolerante. El miedo domina la escena, la alegría mal pregonada parece más bien una población desenfocada, capaz de amanecer embriagada de pocimas venenosas y nadando en el nauseabundo caldo de sus tragedias. Nuno, 17 de diciembre de 2019

Entrevista con el difunto

Por Héctor Nuno González   En 30 años de intensa labor periodística, topé con presidentes, ministros, cancilleres, caníbales, magos, escritores, narcisos y otras especies, pero jamás el oficio me exigió tan aguda pericia como el día que me tocó entrevistar a un difunto.   Fabián de los Reyes Parreira murió una caliente mañana de marzo, en medio de una atmosfera enrarecida por su imprevista partida y la discordia familiar por tajadas de la herencia. En medio de la siesta, mi jefe procuró mi atención vía telefónica: -¿Ya supiste que murió Don Fabián?-, -Si, pobre hombre, lo único que tenía era plata-, -pues te tengo una encomienda especial que cerrará con broche dorado tu carrera-, -aja, y me imagino que al retirarme seré inmune a los achaques de la vejez-, -deja el sarcasmo para otro momento, esto es serio. De buena fuente me dijeron que el espíritu del viejo ronda por la casa, se sienta en su despacho enojado y lamentando su muerte. Ya que puedes hablar con el...

Sala 11, Un relato esperanzador

Por Hèctor Gonzàlez Capítulo I Prolegómenos y vestigios La pesadumbre inicial llegó el día que dos aviones chocaron las Torres Gemelas de New York. Al levantarse, su padre le invitó a observar en la televisión lo que ocurría, mientras una extraña debilidad transitaba su cuerpo. El 11 de septiembre de 2001 no sólo marcó un antes y un después para el mundo occidental, urdía también la vida un lance a quien se sentó desentendido a observar el incidente. De aura inquieta y vigorosa, alto y delgado con la piel acanelada, rostro fino y nariz descollante. Gozaba de un carisma difícil de igualar entre los de su generación. Su ingenio agudo infundía tal admiración y magnetismo que todos se regocijaban con su compañía. Juan Andrés España González tenía entonces 17 años y cursaba el segundo de tres periodos para ser Técnico Medio en Producción Agrícola en el liceo Alejandro Febres de Las Vegas.    En un pueblo pequeño -como el ubicado en un punto del antiguo Cami...