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Mostrando entradas de 2022

Los comisarios

Por Héctor Nuno González  Faustino Morales era el comisario mayor de Las Vegas en los años 40, la primera autoridad civil y el encargado de encausar a todo aquel que se atreviera a distorsionar la paz y el orden. Tito era un comisario menor, encargado de velar por el orden en todo el sector que llamaban El Espinal hasta la zona que los “musiús” nombraron San Marcos. Aureliano Valor, llanero fuerte y recio, se encargaba desde Camoruquito hasta Flor Amarillo. Todos podían ejercer el cargo sin que este les impidiera realizar otras actividades cotidianas o labores como las que Tito realizaba en El Charcote, las de liniero. Un julio lluvioso, Tito debió poner en cintura a dos niños que se robaron la cosecha de maíz amarillo del conuco de María de la Cruz Mena, eran los hijos de la partera Doña Eloisa González. Eloisa lavaba la ropa en el caño Buen Pan, cuando vio pasar a sus muchachos con un saco lleno de mazorcas tiernas, ideales para sancochar. Los viejos de antes eran gente muy h...

Quinchonchos de ayer

Eran los 80 y mandaba Lusinchi en Venezuela. Luis María estaba hambriento y cansado de tanto comer quinchonchos.  Fue a casa de su suegra, la amable doña Rosa, y le pidió algo de comer. Ella contestó llena de ternura y pena: -Caramba mijo, yo lo que tengo allí son unos quinchonchos de ayer-.  Nuno, 29-03-2022 

Cirila la buena

Por Héctor Nuno González. Texto publicado en su segundo libro, "Estamos hechos de recuerdos". En un gesto ingrato, Dios la olvidó en sus últimos días, de ella que vivió a su servicio. El sufrimiento final de su cuerpo mortal parecía liberado de toda superficialidad terrenal, cada segundo de delirio era inconsciente, sin dolor en el espíritu, sin nadie para añorar porque el olvido se encargó de aniquilar a todos.  La tía Cirila era la mujer más buena y desprendida que jamás conocí, la única que vi pensar de una forma y actuar de la misma en un mundo lleno de incongruentes. Tenía las caderas fuertes, como buena negra, los ojos negros, grandes y profundos, gestos afables y alma pura cual delfín; de su piel se desprendía el aroma digno de los humildes, mezcla del humo del fogón y el dulce de sus conservas de coco.  En los bolsillos de sus batas de adulta mayor, no faltaba un rosario, una estampita de la virgen María y un catecismo pequeño. En su corazón no faltaba la voluntad de ...