Hace
pocos días, durante la Filven 2019 capítulo Cojedes, le oí decir a un personaje
muy querido y autor prolijo por demás, lo siguiente: “Lo mejor que sabemos hacer
los escritores es echar cuentos, decir mentiras y emborracharnos”.
Vaya
que me hizo ruido, especialmente porque lo dijo apoyado en un sonido ambientado
para todo el espacio y había una cantidad importante de chamos con espíritu
para la literatura y que con toda seguridad pueden asumir como literal lo dicho
por mi estimado novelista.
No
solo como escritor, sino también como periodista y profesor universitario me
veo en la obligación de rebatir lo arriba señalado, sin ánimos de querer
presumir una moral pulida.
Los
escritores no somos así, ni estamos obligados a ser de una forma u otra. El
hecho de que a lo largo de la historia diferentes autores se hayan visto
inmiscuidos en todo tipo de excentricidades es otra cosa. Pero para los chamos
que me leen, los invito a seguir repasando este artículo interpretando nuestra
realidad y no dejando colar determinados esquemas ajenos.
Es
imposible no poner como primer ejemplo al gran Rómulo Gallegos, quizás el más
ilustre escritor venezolano. El caraqueño fue presidente de la República, guionista
de cine y educador. Posiblemente y desde el punto de vista intelectual, el más
preparado en la historia de los mandatarios venezolanos.
Gallegos
no se suicidó, desconozco cuanto le gustaba o no el alcohol, es difícil saberlo
tomando en cuenta lo diversos que somos los caribes en ese sentido. Lo que
intento decir, queridos jóvenes, es que no es obligado, por ser escritor, ser
un bohemio frenético, despeinado, amante del alcohol u algún otro elemento que
altere el sistema nervioso. En realidad puedes ser como te venga en gana, solo
intenta ser humanista y hacer crecer a las personas de tu entorno con lo que
plasmas en papel, que no será mejor o peor por efectos narcóticos.
Y
así muchos ejemplos a los que invito investigar. Samuel Omar Sánchez Terán es
uno de los mejores cuentistas de Cojedes, y vaya que es un hombre honesto,
amable y bien presentado. Nuestro maestro Juan Chávez, hoy en el cielo de los
poetas, no andaba por la vida diciéndole mentiras a la gente, de lo contrario
no hubiera tenido un grupo de amigos tan grande y de todas las corrientes del
pensamiento.
Sin
salir de Venezuela mencionamos también a Miguel Otero Silva, fundador de El
Nacional, José Rafael Pocaterra, Teresa de la Parra, entre otros.
Puedo
seguir parlando, chamos, pero no quisiera aburrirlos. Finalizo pidiéndoles que
no se coman el cuento de que un escritor debe ser problemático para ser bueno,
como Ernest Hemingway; o suicidarse porque la vida es cruel, como Horacio
Quiroga. Sean libres y no se limiten, sean como la intuición se los dicte. Se
tenía que decir y se dijo.
Nuno,
29 de mayo de 2019
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