Ir al contenido principal

AL FINAL SOMOS SOLO RECUERDOS



Por mera intuición, se encontró caminando hacia el lugar al que siempre convergía, extrañado de ver en las afueras del estadio municipal un cuantioso número de vehículos parqueados, decidió entrar de igual forma, solo deseaba tener contacto breve con el sublime espacio donde compartió muchos instantes de su vida, y que con solo pisarlo le recreaba un álbum en la memoria de grandes batallas, de alegrías y nostalgias, de sonrisas y lágrimas.
Una vez cruzó la puerta principal, divisó muchas personas dispuestas alrededor del diamante, formando una especie de U en derredor de un sarcófago posado sobre un pedestal detrás del home play, en sus patas yacían coronas de flores, bates, guantes, balones, micrófonos, audífonos, cámaras fotográficas y de video, libretas de anotaciones, libros y franelas color vinotinto. Curiosamente, el vinotinto dominaba entre la multitud apostada en el lugar, otros más jóvenes vestían uniforme de pelotero con camiseta roja y letras blancas, lo mismo que la gorra y mono gris, algunos caballeros lucían opulentos flux negros bien mezclados con lentes oscuros que impedían hallar cualquier ademán en su mirada. Entre las mujeres dominaba el atuendo deportivo, la mayoría exhibían colas de caballo y sus rostros estaban saturados de parquedad.
De a poco fue arrimándose hasta hallarse mezclado entre la gente, nadie profería palabra ni movía un musculo, el silencio era propio del funeral en que estaba; de pronto, una voz de mujer tronó en medio de la U frente al ataud, distinguió una trigueña  de talante circunspecto, magnos ojos y huesos sólidos como su figura de atleta, sin embargo, y a pesar de su compacto semblante, un dejo de nostalgia se colaba entre sus palabras: “Hay poco para decir, ustedes se encargaron ya de reseñar su obra, su pensamiento, donde quiera que esté, si es que hay algo más allá de esta realidad lacerante y hostil, debe estar contento porque su voluntad última se cumplió, porque al final somos solo recuerdos”, finalizó su breve discurso abrazando firmemente a un hombre que permaneció a su lado mientras habló, era alto y de silueta firme, piel tersa y mirada atrayente. Una vez finalizó el abrazo, aclaró su garganta y se dirigió a la multitud: “Agradezco a todos por tan nobles gestos de aprecio, sepan que una idea jamás muere, que quien obra con pasión difícilmente pueda ser olvidado, que lo escrito queda allí con su mensaje, perenne e inmortal, él afirmaba que sus mejores años los vivió aquí, por eso lo acompañamos hoy, porque al final somos solo recuerdos”.

Cuando el titán hubo culminado su discurso, las personas armaron una fila india para darle un último saludo al difunto, sin saber qué hacer resolvió imitarlos y entró al final de la hilera, solo unos instantes transcurrieron hasta llegar frente al finado, quedó atónito al verse a sí mismo dentro de la caja, allí estaba con faz jubilosa. Las arrugas de su rostro eran testimonio de una vida intensa y apasionada, al desconcierto inicial le sucedió una paz olímpica, suspiró profundamente y observó una pequeña frase sobre el vidrio escrita en fina caligrafía: “Al final somos solo recuerdos, te amamos, tus hijos”.

NUNO

Comentarios

  1. Es verdad, "al final somos solo recuerdos", y agrego, como quién dice: "Nos vamos y el mundo sigue girando". Me gustó mucho, buen relato digno de admirar...

    ResponderEliminar
  2. Sólo somos recuerdos, gran verdad
    Me encantó el relato

    ResponderEliminar
  3. Buena Buena al final solo somos recuerdos --linda verdad

    ResponderEliminar
  4. Somos recuerdos, somos dolores, somos lo que hacemos... Y mejor lo que hacemos por otros.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

COMO PAVO DE LA RUBIERA

-Qué pasó chamo, ¿te dejaron como pavo de la Rubiera?- Felipe, que jugaba en el solar, no entendió las palabras del tío, siempre sagaz y satírico. Esa mañana, sus padres y hermanos salieron de viaje a Margarita, al primer nacional de beisbol del menor de la familia integrada por cinco y al que él, no quiso ir, quedando al cuidado de su abuela. Sus 8 años de ingenuidad, le incitaron a acercarse a su anciano abuelo, que sin duda aclararía el asunto. Sentado en el viejo mecedor de mimbre anaranjado, y aún con restos de una estampa rubia, compacta y vigorosa, Don Faustino detuvo la apasionante crónica de boxeo del Diario Meridiano al verlo acercarse. -Abuelo, ¿Qué significa que dejen a uno como pavo de la rubiera?-, -venga mijo, yo le contaré-, con grata ternura entreabrió sus piernas y lo dejó sentarse. La noche del 1 de octubre de 1975 su abuela me dejó así. Ese día era la bonita, la tercera pelea entre Muhammad Ali y Joe Frazier, la cosa entre ellos iba 1 a 1 y el combate prometía ta...

TRAGEDIA DE VERANO

  Ilustración: María José González Eran finales de abril cuando decidió matarlo, Jesús María Nieves Tovar se estremeció ante aquella determinación pero el vecino había rebasado el límite de lo digno y tolerante. Todas las tardes prendía un candelero y la humazòn se le metía en el rancho haciendo imposible la respiración de su mujer y su hijo de tres años, a quienes tanto amaba y protegía todos los días del mundo. Semejante abuso ya era razón suficiente luego de tres tajantes advertencias hechas al fragor del sofoco y el cansancio porque la providencia no escuchaba las oraciones diarias, donde les pedía que mandara la lluvia porque aquel verano era inaguantable y podían pasar cosas por la que después no pediría perdón, así San Pedro lo mandara sin chistar al infierno. Ya hubo suficiente razón aquella mañana que tuvo que devolverse del conuco y aplazar las tareas de preparación del suelo por un extraño dolor en el pecho, ese día supo que el calor asfixiante antecedía a una desg...