Francisco José Aguiar
Hay
hechos que no pueden desaparecer y hay hombres signados por el destino para
encarnarlos. Uno de estos hombres es el subteniente Luis Antonio Rivero Sanoja,
a quien por la autoridad que me han
conferido sus deudos dedico este canto.
Famosas son las gráficas tomadas por Héctor Rondón y José
Luis Blasco de la rebelión que sucedió en Puerto Cabello el 2 de junio de 1962.
Hartos son los ensayos y monografías que se han realizado a raíz de este
acontecimiento, pero poco se ha escrito sobre la conmoción de la familia
cojedeña por la pérdida de uno de sus más queridos hijos.
Los sancarleños de la época recuerdan la misa que ofició el
párroco Patricio Palacios en la catedral en honor al oficial caído en acción en
El Porteñazo y el cortejo fúnebre multitudinario que lo condujo por la calle
Silva hasta el Cementerio Municipal.
Esta historia la he escuchado muchas veces porque era un
militar querido por su pueblo, tanto es así, que pese a las décadas que han
transcurrido aún pervive el afecto y los que no lo conocieron ─ como es mi caso
─ crecieron conociéndolo. Tal es el poder de las palabras.
Es el deber de todo poeta cantarle a sus héroes, vaya mi
canto a los caídos. Desde el eco del galpón viene mi canto y va hacia los
confines del alma humana. No aspiren menos.
Me niego aceptar las frías páginas de la historiografía, me
niego a mostrar sólo un conjunto de párrafos gélidos. Así que insuflo mis
pulmones para exclamar un ¡HURRA! que entibie hasta la misma fatalidad.
Gracias a un monólogo que me dispuse a escribir fui a
entrevistar a la viuda y al hijo del subteniente Rivero. Quería que me
mostraran desde su perspectiva, a un hombre que fue signado por el destino para
encarnar la tragedia de su generación.
A la señora María Cristina Ortega le dije que en mi
monólogo hay una línea donde afirmo que su esposo es “El cadáver más bello que
ha producido la historia”, línea que en vez de entristecerla le proporcionó
brillo a sus ojos y como siempre he pensado que las cosas bellas no mueren del
todo, es justicia que de esta manera dé por concluido este canto.
bonito texto
ResponderEliminarA veces una fotografía afortunada, un extraordinario monólogo, unas letras y unas canciones encumbran la grandeza de un pueblo ninguneado y la injusticia de la guerra. Gracias pues a quienes hacen posible que la Historia se escriba con la sangre y el sentimiento colectivo de un pueblo, porque sin ellos nunca podría transmitir el verdadero sentir de un pueblo. Gran trabajo, Francisco José Aguiar!
ResponderEliminarEspectacular el monologo LICENCIADO PRIMO FRANCISCO JOSE,ME HICISTE SENTIR EN ESA EPOCA MIENTRAS LEIA,QUE TRISTE EL DESTINO DEL MAESTRO Y EL DE RIVERO,EL DESTINO LES HIZO UNA MALA JUGADA Y GRACIAS A ESTE MONOLOGO TRAISTE DE VUELTA LA HISTORIA DE ESOS DOS SERES.ME QUITO EL SOMBRERO ANTE TI FRANCISCO JOSE Y ME PONGO DE PIE PARA APLAUDIRTE.
ResponderEliminarEspectacular el monologo LICENCIADO PRIMO FRANCISCO JOSE,ME HICISTE SENTIR EN ESA EPOCA MIENTRAS LEIA,QUE TRISTE EL DESTINO DEL MAESTRO Y EL DE RIVERO,EL DESTINO LES HIZO UNA MALA JUGADA Y GRACIAS A ESTE MONOLOGO TRAISTE DE VUELTA LA HISTORIA DE ESOS DOS SERES.ME QUITO EL SOMBRERO ANTE TI FRANCISCO JOSE Y ME PONGO DE PIE PARA APLAUDIRTE.
ResponderEliminarFelicitaciones por dedicarle tu talento a este importante personaje de la historia de Venezuela. Gracias a tu texto supe aún más de él.
ResponderEliminarExcelente monólogo sin duda que esperamos ver en escena pronto!.
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