Las Vegas, un pueblo sin porvenir (II PARTE)

 

“Cambia Las Vegas por Ortiz o Achaguas y el ensayo aplica a cualquier pueblo de esta llanura que llega al Rio de La Plata”. Eduardo Mariño.

Por Héctor Nuno González

Buena parte de los habitantes de Las Vegas y todo el municipio Rómulo Gallegos, por lo vivido en los últimos seis años, vieron llegar de golpe a la vejez y le vieron la cara a la desnutrición. ¿Hay cifras para soportar eso? No, los organismos oficiales ya no las reportan y para investigarlas habría que ser JJ Benítez en busca del diario del Mayor (leer Caballo de Troya). 

La carretera principal, las vías alternas y ni hablar de las comunidades improvisadas y jamás consolidadas, como Mata Abdón III, están destruyéndose todas. Cada zona empieza a parecer una isla abandonada y sin acceso.

Por estos días, se vive un espectáculo bochornoso en el pueblo, saqueado por años por los ingleses y ahora por los magnates del pollo. En el fondo cuando se husmea, es la desigualdad la que indigna a la gente que sabotea el paso de los camiones cargados con la proteína que les falta en el cuerpo y, espectáculo aparte, la escolta militar gigantesca para que nada les hagan. Si se tratara de la cosecha de Marcelino Mora, pequeño productor de El Charcote, no fuera lo mismo. 

No se vislumbra porvenir y duele en el alma, usted lector de otros lares puede venir y comprobar el malestar de mis reflexiones. Venga preparado porque se deprimirá al ver que todo se cae a pedazos. 

Dejemos de engañar a los chicos con eso de que "hay que querer nuestra tierra", cuando de eso no se trata, no funciona de esa manera, no es algo que se imponga por inercia. Pero cómo enseña un docente lo que verdaderamente debe con salarios miserables. Tampoco en tiempos de bonanza enseñaban bien, es muy bajo el porcentaje de verdaderos pedagogos. 

A la escasa infraestructura de telecomunicaciones ahorita instaladas en Las Vegas les falta muy poco para volverse obsoletas, por lo que el municipio seguirá retrocediendo aún más. Por ende no se vislumbra una educación de calidad, servicios relacionados con las últimas generaciones tecnológicas; por lo tanto los chamos, ni nadie, querrá quedarse aquí.

Con múltiples apagones todos los días, la gente perdió hace rato la poca calidad de vida que le quedaba, sus electrodomésticos se quemaron y nadie responderá por ellos, tampoco tienen para reponerlos. Que rosario tan largo.

¿Se acuerdan del sector La Blanca, aquel mini paraíso para comer y hacer el amor? Hoy se parece mucho a Ortiz y su banda de casas muertas. Todo se derrumba.

Si juzgo por el testimonio escrito de Octavio Páez y Héctor Pedreañez Trejo, Las Vegas nunca ha sido un pueblo próspero. Históricamente desatendido, eternamente saqueado por los poderosos de antes y los de ahora. Sentir orgullo porque de aquí salía el mejor tabaco de Venezuela es poco menos que ridículo. El cacicazgo y la sumisión le hicieron y le hacen un daño muy grave a nuestra sociedad. Cuando medio llega una bonanza, nos emborrachamos. 

La pandemia agudizó la miseria. Nuestra gente muere de pobreza. Hoy se siente, mezclado con el oxígeno, un aire lleno de desesperanza. Nuestros gobernantes son los responsables de ello, también muchos pobladores que se aprovechan del mantra: “Aquí todo el mundo hace lo que le da la gana”.

La conciencia salva al pueblo, decía Ali Primera, pero resulta que no la venden y tampoco crece en nuestro suelo. Le escribiré a la alegría el día que no existan oprimidos.