Héctor Nuno González
Al igual que otros grandes
escritores, Eduardo Mariño tuvo una abuela con un don especial para contar
historias, antes de dormir le contaba al menos una y con palabras le dibujaba y
fábulas que dieron forma a pomposos personajes que viven en su obra.
Eduardo es un tipo feliz, un
libro abierto, alguien (mi buen amigo Francisco Aguiar) se atrevió a afirmar alguna vez que era la prueba de la
existencia de la reencarnación, porque pareciera tener conocimiento acumulado
durante 100 vidas, sapiencia que comparte con desparpajo.
Amateur Virtual, un bebé de
pecho hecho por jóvenes, rinde homenaje a este ilustre hijo de Cojedes, al que
sus letras y acervo intelectual le permiten haber dejado ya una huella
imborrable no solo en las pampas donde Simón Bolívar trazó estrategias
decisivas, sino también en Venezuela y más allá de sus fronteras, donde su
novela Silvia fue publicada por la Editorial
Verbigracia, en España.
¿Qué
te motivó a escribir y en qué momento de tu vida comenzaste?
La escritura nace como un
sucedáneo del ambiente donde me crié, crecí en un contexto de mucha lectura, en
casa se lee mucho y la escritura es simplemente una continuidad de la lectura,
esta lleva de una u otra manera a la reconstrucción de lo leído, a la
asimilación y eso que se internaliza de alguna manera funciona para otro fin.
La inquietud nace a
principios de los noventa, siendo un joven de 18 años, uno va descubriendo qué
cosas es capaz de hacer y hay autores que te despiertan, alguien lo definió una
vez muy bien refiriéndose a Cortázar, quien decía que dejaba el camino a medio
hacer para que uno sintiera que lo estaba completando. La lectura lleva a la
escritura y esta última te lleva a la necesidad de diversificar la forma
expresiva.
¿Los
autores más influyentes en Eduardo Mariño?
Los habituales de la
literatura latinoamericana, son infaltables, toda la tradición literaria del
siglo XX, Borges, García Márquez, Cortázar, el poeta venezolano José Antonio Ramos
Sucre, la narrativa de ficción anglosajona del siglo XIX con autores como Poe y
Herman Melville; toda esa escritura que además de entretenerte te deja pensando
en los personajes, en su vida interior, se desarrolla el personaje como
elemento fundamental vivo y yo creo que todo eso fue para mí un acto formativo.
En mi influyó mucho además
el trabajo en otras áreas, recuerdo que empecé a hacer pintura y dibujos, y una
cosa como que alienta la otra, una vez que sientes la capacidad de crear y
esbozar puedes hacerlo con cualquier herramienta o elemento.
¿Qué
te inspiró de tu medio? noto en tu obra un especial aprecio por los pescadores
y pueblos del sur de Cojedes
Me marcó mucho el ambiente
donde crecí, nosotros somos de El Baúl, el tener un padre y una abuela muy
dados al cuento y a la narrativa oral, el pasado y el presente entremezclándose
en una cacofonía de cosas.
Íbamos mucho a pescar y en
cada recoveco del río había un cuento, una anécdota, eso generó un ambiente
especial, porque en realidad la vida de nuestros jóvenes es un poco vacía, la
riqueza que podemos conseguir son esas cosas inusuales que incluso vamos
abandonando, pero ahí es donde hay verdadera profundidad.
Mi abuela me contaba cosas
para dormir, muchas, con todo lo que he escrito creo que todavía no logro ni
rascar la parte de afuera de la profundidad que había en sus historias, de todo
lo que implicaban las cosas de las que hablábamos, igual con mi padre y mi
madre, se fue nutriendo como un universo y aparte de eso está la experiencia
propia y la interacción con las letras y otros ambientes.
A
Eduardo lo mueve la causa humana, es un izquierdista, ¿Que te condujo por ese
sendero ideológico?
A pesar del racionalismo de
los siglos XVII y XVIII, el mundo occidental debe mucho al judeo-cristianismo,
en el centro de esa filosofía está la solidaridad, la justicia, en la biblia se
habla mucho del hombre justo, no te dice el bueno o el malo sino el justo. La
justicia es un acto que nos hace humanos, nos separa del animal y también de
nosotros mismos cuando somos inhumanos.
Racionalizar la justicia más
allá de la ética y convertirla en una forma de vida aplicada ya a nuestro
colectivo como especie, lo decía básicamente Marx, es llevarlo de una ética de
vida a un racionalismo científico. Creo en las causas humanas pero no desde un
punto de vista sentimental, sino que creo que es el mecanismo con el que la
humanidad puede funcionar mejor y que nos distinga de la mera sobrevivencia
natural o evolucionista.
Esta
revista es hecha por jóvenes, un mensaje para esa juventud que aun lee y para
la que se aparta cada vez más de las letras
Que no se limiten, ni con lo
que está de moda o lo que creemos en este momento que es bueno. Lo universal no
siempre tiende a ser lo popular y viceversa, a veces lo popular termina siendo
lo universal, no sabemos qué categoría tenía por ejemplo la Ilíada, no hay
testimonios de cuál era la seriedad que le daban los griegos al asunto, pero lo
cierto es que aun la leemos, y lo cierto es que todavía mucha de la épica que
vemos a nuestro alrededor se fundamenta en eso.
Borges hablaba de que solo
había algunas grandes historias en la humanidad, un Dios o un héroe que se
sacrificaba a si mismo por otros, hombres que luchan por conquistar una meta
imbatible, el amor, entre otras. Todas se entrelazan a lo largo de la historia
humana y las podemos encontrar en nuestras batallas cotidianas, cada quien
tiene su Troya, su Helena, su propia cruz para cargar, su ballena que lo trague
como a Jonás; por eso creo que no hay que limitarse simplemente a lo que creo o
conozco.
BIOGRAFÍA:
Escritor cojedeño nacido en San Carlos, Cojedes, en 1972. Tiene publicados los
libros Del diario de un cautivo (cuentos, Instituto de Cultura del estado
Cojedes, San Carlos, 1994), Por si los dioses mueren (poemas, Círculo de
Escritores del estado Cojedes, San Carlos, 1995), Cacería (cuentos, Círculo de
Escritores del estado Cojedes, San Carlos, 1999), La vida profana de Evaristo
Jiménez (poemas, Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, Caracas,
2002), La salvación por el hastío (cuentos, Fondo Editorial IPAS-ME, Caracas,
2005) y Silvia (novela, Editorial Verbigracia, España, 2005). Textos suyos
aparecen en las antologías Nuevas voces (poemas, ICEC, 1993), Sombras que bajan
por el río (cuentos, Unellez, 2001) Cuentos de la otredad (cuentos, Unellez,
2004) y en numerosos periódicos y revistas literarias dentro y fuera de su
país, como Reverso (Guadalajara, México), Revista Nacional de Cultura (Caracas)
y Papel Literario de El Nacional (Caracas). Su obra literaria se ha hecho
merecedora del Premio Municipal de Literatura de la Alcaldía de San Carlos en
1994 y 1999 y el Premio Nacional de Poesía "Fernando Paz Castillo" en
2002. En 2001 ganó el III Concurso Nacional de Concursos y Relatos
"Misterios Clásicos de la Llanura", organizado por la Unellez, y en
2004 el XII Concurso Anual de Literatura del IPAS-ME. El Centro Nacional del
Libro le otorgó a La vida profana de Evaristo Jiménez el Premio Nacional del
Libro, mención Creación Literaria, en el año 2003.
Entrevista publicada en la tercera edición de la revista Amateur Virtual
Entrevista publicada en la tercera edición de la revista Amateur Virtual
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