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Mostrando entradas de 2017

Tatuarse

La gracia de la palabra no fue concedida a unos pocos para saciar déficits de atención surgidos en la infancia, al menos eso creo. Este “don”, considero, es para ayudar un poco a la comprensión de un mundo complejo y que ofrece más dudas que respuestas, es para hacer magia con las palabras usándolas sutilmente, como la artesana que teje un chinchorro con los colores de la bandera venezolana. Perdonen la reflexión del primer párrafo, estoy seguro que dieron click a este enlace porque vieron que hablaría del hecho de tatuarse, y a eso voy, tranquilos. Desde que me tatué hasta que escribí esto, han pasado 13 días, así que puedo contarles mi experiencia, sé que le interesa a varias personas, especialmente a los que quieren hacerlo y dudan sobre dar este paso y necesitan argumentos de peso para, de una vez por todas, enfrentar sus fantasmas.    Tatuarse es como sellar una unión indeleble entre tu piel y tu alma, una especie de pacto cargado de profundo simbolismo y, si es e...

Chimoero

Chimoero a la derecha en una vieja vista del estadio de Las Vegas "El catcher es González", frase dilecta de las muchas que oí de su voz recia, fuerte y firme, la misma cuales ecos retumbarán para siempre en cada rincón del estadio de Las Vegas. En contraste con su voz y carácter de Sargento, está su figura enjuta y piernas flacas, en su piel morena oscura destacan grandes ojos negros, esos infalibles en los detalles, los que veían poca melodía en un wine up, mala sincronía en un swing, poca elegancia en el fildeo o mezquina entrega en la jugada. Recuerdo cuando entraba al estadio y saludaba: "Epa, muerto". Su mano siempre empuñaba un bate lánguido y desvencijado, llamado fongo, ideal para dar flys y rollings a sus entrenados. Chimoero vestía sencillo en cada practica, mono de pelotero, franela deportiva y gorra medio puesta. Era la misma pinta con la que repartía la correspondencia de la Compañía Anónima Nacional de Teléfonos de Venezuela, faena a la...

Mi escuela dilecta

Tenía una ansiedad conocida, la misma sentida en el calentamiento de un partido importante, como aquel ganado a Distrito Federal en San Juan de los Morros gracias al cambio de velocidad envenenado del zurdo Oswaldo Benaventa. Llegué a Ciudad Cojedes el 15 de septiembre de 2014, tras volver polvo la burbuja de cristal que me cubría. Tenía miedo, cómo no, dejaba atrás una profesión que me regaló conocimientos y sobre todo, amigos. Pero ya estaba, la intuición gritaba al oído, era hora de cerrar aquel ciclo y convertir mi hobby en profesión, la vida me dio un vuelco. En este jardín de senderos que se bifurcan, como llama el buen Borges a la vida, me ha tocado aprender siempre por lo más difícil y eso, creo, es maravilloso. Antonio Yuniz recién tomaba riendas, me abrió las puertas y debo decir GRACIAS; José Sandrea aguardaba la mano amiga de un desconocido, un personaje curtido en faenas periodísticas, pintoresco y bipolar, también debo decirle GRACIAS por ser un maestro. Ni...

Mi amigo Bernabé

Por fonética o sólo para no forzar su garganta, me decía Jeito en lugar de Héctor. Lo conocí en mi alegre paso por la Empresa Socialista Pedro Camejo, la CVA de las maquinas, como la llamaban en el pueblo. Bernabé es un viejo firme, con ojos verdes de gato astuto, la piel curtida por las sales de la vida y de formas lentas pero confiadas. Era uno de los tractoristas más experimentados de la institución, su acento guaro delata su origen. Llegó al Charcote convocado por la lucha de tierras y allí permanece, ya en otro contexto de la historia. Bernabé nunca decía no, cigarro en mano me miraba con complicidad y exclamaba: "Usted si jode Jeito". Cuando algo salía mal y me veía obligado a interpelarlo, se excusaba con una de las frases más tiernas que oí jamás: "Yo toi viejo Jeito".  Hallaba un apodo para todos, al jefe de seguridad, de apellido Kowalesinski, le decía Kawasaki, al jefe de taller le decía fresita, y a Yurancis, su amada y consentida, la llam...

Pozo Azul: un paraíso ubicado en el estado Cojedes

Héctor Nuno González Los filósofos han acuñado diferentes conceptos de belleza, pero quizás la frase más ajustada a la ocasión fue dicha por Platón en su conocida obra El Banquete: “Si hay algo por lo que vale la pena vivir, es por contemplar la belleza”. Usted, querido lector, puede estar seguro de que vale la pena conocer Pozo Azul, un paraíso terrenal ubicado en el estado Bolivariano de Cojedes.  Es necesario también hacer una advertencia, y es que si usted no tiene agudizado su amor por la naturaleza y es de los que tira espontáneamente todo lo que genera la industria del plástico y del alimento en el lugar, por favor hágale un favor a la Mama Pacha y quédese en casa. La primera pregunta que hace la gente es ¿Dónde queda Pozo Azul? El baquiano del lugar Levi Ríos, de la empresa Ruta Extrema Cojedes, explicó que está ubicado en el municipio Lima Blanco y se llega por un camino ubicado en el sector la Pica de Tinaquillo, en la vía hacía el sector Vallecito. Hasta all...

Eduardo Mariño: La escritura es simplemente una continuidad de la lectura

Héctor Nuno González Al igual que otros grandes escritores, Eduardo Mariño tuvo una abuela con un don especial para contar historias, antes de dormir le contaba al menos una y con palabras le dibujaba y fábulas que dieron forma a pomposos personajes que viven en su obra. Eduardo es un tipo feliz, un libro abierto, alguien (mi buen amigo Francisco Aguiar) se atrevió a afirmar alguna vez que era la prueba de la existencia de la reencarnación, porque pareciera tener conocimiento acumulado durante 100 vidas, sapiencia que comparte con desparpajo. Amateur Virtual, un bebé de pecho hecho por jóvenes, rinde homenaje a este ilustre hijo de Cojedes, al que sus letras y acervo intelectual le permiten haber dejado ya una huella imborrable no solo en las pampas donde Simón Bolívar trazó estrategias decisivas, sino también en Venezuela y más allá de sus fronteras, donde su novela Silvia fue publicada por la Editorial Verbigracia, en España. ¿Qué te motivó a escribir y en qué momen...

Mundos prestados

Podría afirmar en este momento que todo escritor como principal recurso literario recurre a la utilización de palabras prestadas; palabras imposibles de devolver porque llegan a ser parte inherente de quien las emplea. (El aire que llega a nuestros pulmones es prestado, pero cuando lo inhalamos se vuelve parte de nosotros. ¿No es así?). Si utilizas palabras prestadas con un buen orden de ideas, la experiencia enseña: surge la literatura.   Alexander Pope aseveró que el gran escritor es el que expresa mejor lo que otros han pensado y estoy totalmente de acuerdo, claro, el copismo es otra cosa, el plagio descarado siempre tendrá mi desaprobación y en cuanto a la intertextualidad debo recalcar: es un excelente recurso.  Las horas de lecturas archivan un bagaje de ideas que incluso no perteneciéndonos las consideramos como propias. Ahora bien, ¿qué es lo que realmente nos pertenece? ¿De qué somos dueños?           ...