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Imagen: El Estímulo. |
“Piensa en todos para que todos piensen en ti. ”.
Simón Rodríguez.
Por Héctor Nuno González
Capaz
y mi generación, llamada “Millennials” por sociólogos y antropólogos, no tiene
moral para criticar a la denominada “Generación Z”, ¿o no parecíamos idiotas
jugando todo el día en el Atari o el Nintendo?
Gastamos
demasiada energía en criticar sus hábitos, sentimientos y nuevas formas de
comunicación, y es que las redes sociales nos convirtieron en jueces e
inquisidores. Resulta que, por solo citar Venezuela y más allá de las
implicaciones de gobiernos, nosotros tampoco hemos sido buenos para desarrollar
al país y su agricultura, por lo tanto infartarnos porque uno de estos chicos
no sepa sembrar una “matica” es irresponsable.
Los
enseñamos entonces o seguiremos perdidos, la humanidad seguirá su recto camino
hacia la extinción. El mundo de hoy, igual que el de nuestra infancia, sigue
siendo un lugar injusto y, situándonos en el país, incapaz de establecer sus
prioridades para el desarrollo. Nuestra generación y otras varias detrás han
sido incapaces de desarrollar la industria de los tubérculos, quienes han
llegado al poder prefieren seguir ganando comisiones por la importación de
trigo. Es solo un ejemplo de muchos que podría citar.
Podemos
seguir pensando que son idiotas o inútiles y quejarnos en todas partes, o preferir
enseñarles los valores necesarios para construir una sociedad venidera más
amable. Cada docente, en el que me incluyo, debe ponerse la mano en el corazón,
lo mismo que los padres.
Los
nacidos entre 1940 y 1980 no están exentos de la reflexión que intento, su
generación también ha graduado ingenieros que no ingenian. El poder de ayer y
el de hoy han preferido y prefieren importar que desarrollar y producir gracias
al cochino dinero.
Son
de varias generaciones los que han viajado a países para comprar equipos tecnológicos
de utilidad nacional, su decisión ignora la calidad que pudieron enseñarle en
la academia y se centra en la oferta de comisión del fabricante. No importa si el
implemento o herramienta no sea el indicado para las condiciones del campo y la
industria.
El
mundo y la Venezuela del mañana necesitan más ingenieros que psicólogos, más
médicos que “influencers”, más pedagogos que detectives; no descubro la rueda pero tampoco los responsables
del sistema educativo parecen preocupados por el asunto. Si así fuera las
escuelas técnicas y universidades de Venezuela tuvieran otro estatus y enfoque.
Reflexionemos,
profesores y dirigentes de este gobierno y de los gobiernos por venir. Nuestra crisis
tiene mucho de cultural, lo aprendí hace algunos años al comparar el
pensamiento de un ingeniero venezolano versus el de uno argentino, sépase que
esto es la regla y tiene sus excepciones.
·
Ingeniero argentino: Si
se necesita una sembradora especial para la pampa argentina, se diseña y se
fabrica.
·
Ingeniero venezolano:
Necesitamos importar más sembradoras para cubrir el “plan de siembra”.
De
no cambiar el enfoque, seguiremos quejándonos porque uno de nuestros chamos
promueve en las redes campañas idiotizantes como: “Las caraotas no llevan azúcar”,
“La arepa es venezolana”, “La harina va primero” y otro montón de estupideces
que nos distraen de los objetivos de una sana sociedad.
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