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El monaguillo de la iglesia

Por: Héctor Nuno González Ilustración: Danny Figueredo Camila no sabía qué hacer con aquellas sensaciones, nadie le había explicado. Por eso, cuando aquel flaco de facciones finas y ojos tristes apareció comandando la entrada del cura en la homilía, pensó que temblaba la tierra. Parecía una plastilina gigante, superaba los 185 centímetros de estatura y asistía al sacerdote con tal diligencia y voluntad, que no pudo concentrarse ni aquel domingo ni los siguientes.  Había llegado al pueblo proveniente de tierras frías, su familia cambió los andes por el llano porque sus abuelos ya no soportaban el frío inclemente que se les metía en los huesos y les dolía para respirar. No más llegar, se puso a la orden en la parroquia.  Camila tenía 12 años recién cumplidos y la vida le estaba mostrando de golpe la rudeza de los cambios naturales. Sus padres la abandonaron cuando tenía un mes y vivía con una amorosa tía que trabajaba demasiado, no tenía tiempo para orientarla y hacer...

TRAGEDIA DE VERANO

  Ilustración: María José González Eran finales de abril cuando decidió matarlo, Jesús María Nieves Tovar se estremeció ante aquella determinación pero el vecino había rebasado el límite de lo digno y tolerante. Todas las tardes prendía un candelero y la humazòn se le metía en el rancho haciendo imposible la respiración de su mujer y su hijo de tres años, a quienes tanto amaba y protegía todos los días del mundo. Semejante abuso ya era razón suficiente luego de tres tajantes advertencias hechas al fragor del sofoco y el cansancio porque la providencia no escuchaba las oraciones diarias, donde les pedía que mandara la lluvia porque aquel verano era inaguantable y podían pasar cosas por la que después no pediría perdón, así San Pedro lo mandara sin chistar al infierno. Ya hubo suficiente razón aquella mañana que tuvo que devolverse del conuco y aplazar las tareas de preparación del suelo por un extraño dolor en el pecho, ese día supo que el calor asfixiante antecedía a una desg...

El oro de los tontos

Imagen: Autor desconocido Por: Héctor Nuno González A Isaías Medina López Bonito aquel que, como la poesía de Isaías, no "mide el oro de los tontos". En palabras simples, aquellos desprendidos de la adulación por el poder, lo material y por fatuos con nuevas camionetas. Nos seguirán llamando "soñadores" por el terco afán de construir un mundo más justo. Los años por venir necesitan de gente respetando y venerando a la naturaleza, al río cercano, a los mares, al samán centenario. ¿Seguiremos ocupados en adorar el carro del año, a los implantes y cirugías, al bótox y a las pestañas falsas? Lindo aquel que sospecha de la investidura de cualquier héroe de cualquier época y elige siempre el lado de la gente real, quienes por genuina sabiduría no perfuman materias fecales. Cada joven que lee es una buena noticia. En la Escuela Nacional de Poesía Juan Calzadilla los contamos por miles, siendo ejemplo para Venezuela y el mundo de cómo poner el arte al servicio de ...

Más jóven que nunca

Por Héctor Nuno González Caminó como nunca el día que cumplió 70 años. Se negaba con vehemencia a consentir los estragos del tiempo y distraía frecuentemente su cuerpo cansado paseando en la sabana. Recorrió 20 kilómetros en línea recta por el antiguo Camino Real al Apure, adoptado por su corazón tras una infancia llena de montañas y quebradas de aguas claras. Notó más imponentes los centenarios samanes y ceibas, más intenso el verde del llano y más afinado el canto de los pájaros. Escogió como meta una antigua casona de patio grande y galpón para máquinas, donde otrora los “musiús” daban alojo a peones extenuados. Lo recibió una mujer de piel agrietada, sonrisa dulce y mirada compasiva. - ¿Cómo está? Pase adelante-. Hablaba con pasión, como un arpista cuando ejecuta su instrumento. -Usted venía caminando, se le ve en la cara, siéntese que ya le busco agua y monto la olla para el café-. Dio las gracias y se presentó como el cumpleañero caminante. -¿A cuánto queda el río desde aquí?-, p...

Al que me robó el libro de Cortázar

Por Héctor Nuno González  Espero hayas entendido, después de mil repasos, lo que Julio quiso decir con eso de las "tres fases de un escritor". La gente sí roba libros, no crean en esa imagen que circula en redes sociales donde se asegura lo contrario.  Aquel libro maravilloso me lo hurtaron durante la presentación del primogénito literario de Nelson Campos Latouche, durante el episodio 4.567 de la serie "Mala administración de mis sentidos". Clases de literatura de Berkeley, con dedicatoria de mi hermana: "Para mi promesa de escritor. Sol, 06 de diciembre de 2017".  ¿Imaginan ustedes un mejor regalo de cumpleaños? Yo no, por eso dolió tanto. Ojalá regales al mundo algo tan grande como "Rayuela", o seas capaz de narrar algo como "Continuidad de los parques". Ojalá el robo haya valido la pena. No puedo desearle mal a un lector de Cortázar. Solo espero que ánimas sedientas te atormenten con historias ininteligibles por un par de años y ese...

El ocaso de los peloteros, el alba de los escritores

 "Los Yankees no firman vacas" , Raúl "Chingo" Ortega Por Héctor Nuno González  Se retiró Miguel Cabrera, el más grande que ha parido la madre tierra Venezuela y con números de leyenda para el béisbol de las Grandes Ligas. Jugó 21 temporadas, tiene apenas 40 años y una vida por delante. Recuerdo al poeta Francisco Aguiar mientras conversábamos en la sala de redacción del diario que nunca pagó las prestaciones sociales de su gente, Ciudad Cojedes: "A esa edad, los poetas apenas estamos empezando". La obra que encumbró a Gabriel García Márquez fue publicada cuando tenía 40 años. Ya tenía rato escribiendo y buscando su lugar en la historia de la literatura hasta que "Cien años de Soledad" fue "por fin pegar el boche", como dijo uno de sus amigos. Eduardo Galeano escribió "Memoria del Fuego" y "El libro de los abrazos" mientras rodaban sus cuarenta y pico; cuarenta y pico también tenía el profesor Tolkien mientras consol...

Domingo en la mañana

 "La poesía existió antes que la literatura" . Jorge Enrique Adoum  El país siguió borracho en los años oscuros. Cuándo no, los amores consolidados y contrariados, el anhelo de la patria ideal. Quejarse en prosa requiere empatía, y la empatía se logra mirando desde un ángulo distinto.  Por eso salí a correr aquel domingo en la mañana, cuando casi toda la ciudad dormía la borrachera. Un samán citadino cobijó el circuito anaeròbico, muy similar al centenario sabanero que contaba historias a mi abuelo.  Correr y caminar sirven, en el caso de los poetas, para encontrar sentido y coherencia a párrafos inconexos. San Carlos, la del aeropuerto circular donde amaestraba gatos el poeta Eduardo Mariño. San Carlos, la de Héctor Pedreañez Trejo, llamada "ciudad triste bañada por el Tirgua". No hemos cuidado el agua del río, como Las Vegas no cuidó la del caño Buen Pan ni Valencia su Cabriales. Todo poeta debe comprender primero su parte para luego entender el todo. Solo así la ...