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Al calor de la prosa: Sobre la fe y la ternura

Por Héctor Nuno González
No importaba el calor bochornoso, la carencia o el aguacero, Cirila de Tovar hacía a diario su rosario alrededor de las cinco de la tarde y pedía a su Dios poderoso y misericordioso y a su tierna Madre María por el bien del prójimo.
Este inviolable ritual encerraba un amor infinito, llevaba implícito una carga de ternura y fe muy difícil de describir por los magos de la palabra. Sin embargo, se intenta con el afán de tocar el recuerdo de los lectores, porque estamos seguros que el ejemplo de Cirila (mi tía), puede multiplicarse por miles. Decía Gabo: “Escribo para que se amen un poco más”.
Si han leído mis artículos, me habrán etiquetado de ateo, y es normal, pero lamento decirles que no puede ser ateo alguien que cree fervientemente en el amor como sentimiento superior. Está tergiversado el término, si prefieren usar alguno en el futuro, digan “secularista”. 
Cuanta ternura había en el rosario de Cirila y María, cuanta magia en la fe de Antonia Jiménez cada vez que encendía una vela a San Antonio para hacerle una petición, fuera propia o de algún allegado; cuanta devoción en las tradiciones de esta y otras tierras, ¿o no es hermoso bailar violín tramao cada 02 de febrero en honor a la Virgen de la Candelaria?   
¿Acaso no es hermosa la fe del campesino en la cruz de mayo? Cada verso y petición por las lluvias y la esperanza de buenas cosechas lleva consigo una llama ardiente que alimenta la energía para hundir la coa y agacharse a plantar la semilla del fruto futuro.
Vaya que es hermoso el hábito de ver la lluvia por la ventana y, así como “El Negro”, recordar siempre que fue la única que le dijo que lo amaba, la que hizo crecer el río para llevarse el rancho sede de maltrato y miseria.
No es acaso tierna la fe de Teresa en Dios y la virgen, si gracias a ese fuego interno cada proceso en la Sala 11 del oncológico Luis Razzetti fue más llevadero para Juancho y para ella. La fe se parece mucho a un río crecido, capaz es la influencia de papá pero así intento graficarla. El río crecido tan capaz de arrancar cimientos, tan voraz al reclamar su espacio; la fe, creo, es como la corriente brava, capaz de encender ese motor llamado voluntad.           

PD: Felicidades a todos los escritores en el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, ojalá algún se valore este arte y parte de lo que se destina a circos, vaya a verdaderos programas literarios. Los quiero.

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