Ir al contenido principal

La nostalgia de la tierra


Por Francisco Aguiar
El venezolano no era dado a migrar, si salía al extranjero era en son de turista, por cuestiones de estudio, de salud, de negocios, pero en ningún momento viajaba con la intención de erradicarse… es más, era poco dado a dejar su región de origen.
Si un merideño dejaba los andes para ir a las playas de Puerto Cabello: lo hacía en vacaciones o un fin de semana, o por algo específico. Si algún sanfernandino dejaba a su caudaloso río Apure para irse a estudiar al estado Anzoátegui, después de culminar los estudios, volvía al río de sus querencias.
La mayoría de los guariqueños crecían y morían en Guárico; la mayoría de los aragüeños crecían y morían en Aragua... ni hablar de los maracuchos, para los maracuchos la patria es su amado lago. Como bien se aprecia, nuestro denominador común es el apego a la tierra.
En el llano tenemos una máxima que dice: “El llanero va a Caracas, pero no se acostumbra a Caracas”. El llanero puede ir a New York, a Amsterdam, a Pekín, a donde sea, y no se acostumbrará. ¿Cómo se va acostumbrar si su mundo tiene estrecha relación con sus sabanas, ríos y esteros? ¿Cómo se va acostumbrar a la ausencia de un paisaje que, en síntesis, es parte de su autonomía? 
Hoy, que estoy lejos, extraño mi joropo; extraño comerme una cachapa con queso; extraño el río Tirgua; extraño el olor del mastranto, la flor del apamate, el mango bocao y al Tiramuto de mis amores, en fin; extraño saberme en casa.
Justo el día que cumplí un año de haber llegado a Cartagena me encontré, en el banco de una plaza, a una bella falconiana con los ojos nublados de lágrimas. Venciendo mi timidez habitual me acerqué a ella y le pregunté – después de unos segundos de incómodo mutismo –: ¿Le pasa algo? Respondió – con voz entrecortada –: “No me pasa nada, sólo tengo la nostalgia de la tierra”.  


Francisco Aguiar. Escritor venezolano (San Carlos, Cojedes, 1985). Licenciado en Educación Mención Castellano y Literatura por la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (UNELLEZ). Cursó en 2014 el Taller de Formación Teatral que auspició la Compañía Nacional de Teatro (CNT). La revista Memoralia publicó en 2015 su monólogo La Alcantarilla. En 2018 participó en el XXII Festival Internacional de Poesía Cartagena de Indias (FIPCA). La OIM – Colombia publicó uno de sus poemas, a mediados de 2019, en la antología que se titula Pido la palabra. Ha publicado entrevistas, artículos y notas en revistas, periódicos y blogs. Autor del libro El cuento más largo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

AL FINAL SOMOS SOLO RECUERDOS

Por mera intuición, se encontró caminando hacia el lugar al que siempre convergía, extrañado de ver en las afueras del estadio municipal un cuantioso número de vehículos parqueados, decidió entrar de igual forma, solo deseaba tener contacto breve con el sublime espacio donde compartió muchos instantes de su vida, y que con solo pisarlo le recreaba un álbum en la memoria de grandes batallas, de alegrías y nostalgias, de sonrisas y lágrimas. Una vez cruzó la puerta principal, divisó muchas personas dispuestas alrededor del diamante, formando una especie de U en derredor de un sarcófago posado sobre un pedestal detrás del home play, en sus patas yacían coronas de flores, bates, guantes, balones, micrófonos, audífonos, cámaras fotográficas y de video, libretas de anotaciones, libros y franelas color vinotinto. Curiosamente, el vinotinto dominaba entre la multitud apostada en el lugar, otros más jóvenes vestían uniforme de pelotero con camiseta roja y letras blancas, lo mismo que la gorr...

COMO PAVO DE LA RUBIERA

-Qué pasó chamo, ¿te dejaron como pavo de la Rubiera?- Felipe, que jugaba en el solar, no entendió las palabras del tío, siempre sagaz y satírico. Esa mañana, sus padres y hermanos salieron de viaje a Margarita, al primer nacional de beisbol del menor de la familia integrada por cinco y al que él, no quiso ir, quedando al cuidado de su abuela. Sus 8 años de ingenuidad, le incitaron a acercarse a su anciano abuelo, que sin duda aclararía el asunto. Sentado en el viejo mecedor de mimbre anaranjado, y aún con restos de una estampa rubia, compacta y vigorosa, Don Faustino detuvo la apasionante crónica de boxeo del Diario Meridiano al verlo acercarse. -Abuelo, ¿Qué significa que dejen a uno como pavo de la rubiera?-, -venga mijo, yo le contaré-, con grata ternura entreabrió sus piernas y lo dejó sentarse. La noche del 1 de octubre de 1975 su abuela me dejó así. Ese día era la bonita, la tercera pelea entre Muhammad Ali y Joe Frazier, la cosa entre ellos iba 1 a 1 y el combate prometía ta...

TRAGEDIA DE VERANO

  Ilustración: María José González Eran finales de abril cuando decidió matarlo, Jesús María Nieves Tovar se estremeció ante aquella determinación pero el vecino había rebasado el límite de lo digno y tolerante. Todas las tardes prendía un candelero y la humazòn se le metía en el rancho haciendo imposible la respiración de su mujer y su hijo de tres años, a quienes tanto amaba y protegía todos los días del mundo. Semejante abuso ya era razón suficiente luego de tres tajantes advertencias hechas al fragor del sofoco y el cansancio porque la providencia no escuchaba las oraciones diarias, donde les pedía que mandara la lluvia porque aquel verano era inaguantable y podían pasar cosas por la que después no pediría perdón, así San Pedro lo mandara sin chistar al infierno. Ya hubo suficiente razón aquella mañana que tuvo que devolverse del conuco y aplazar las tareas de preparación del suelo por un extraño dolor en el pecho, ese día supo que el calor asfixiante antecedía a una desg...