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Imagen de la película "Bóves el Urogallo" |
Por Héctor Nuno González
¿Nunca se han sentido en el imperio
de la indignación mientras están en redes sociales?
Imaginen una selfie de una mantuana
tomada en 1805, en la catedral de Caracas y luciendo opulenta sus ocho negras
esclavas, fantaseen conmigo los comentarios a pie de foto:
-@CatolicaMilitante: Gloria a Dios, quien nos hizo amos a unos y esclavos
a otros.
-@CapitaníaLibre: Vamos bien, pronto seremos libres de la monarquía opresora.
-@LibertadALosEsclavos: Disfruta mientras puedas, mantuana petulante,
pronto romperemos las cadenas que nos oprimen. Viva la República.
Resulta que las redes sociales
mostraron a las masas lo jodido y desigual que es el mundo, es gracioso a veces.
Pero la indignación es selectiva.
Un católico militante ¿apoyaría hoy día eso que hacían las clases privilegiadas
en las iglesias?
Ahora y gracias a las redes, todos
son defensores de los derechos humanos, de animales, activistas políticos,
periodistas, científicos, etc. Mirar las redes puede ser un ejercicio nocivo,
sus creadores lo saben y por eso agregaron las opciones de bloquear y silenciar.
Si la moda es hablar de los presos,
todos hablan de los presos y sus derechos, de lo que merecen o no; si maltratan
a un gato (hay BOBOS que maltratan animales y lo comparten en sus redes),
entonces hay que mostrar la indignación respectiva en solidaridad con el
minino; también indigna a las masas cualquier opinión sobre la música de Bad
Bunny. Para mí es patética, pero ese no es el tema.
Antagonismo atorrante.
Habrá gente indignada por este
artículo, claro que sí, por suerte me es indiferente. Solo quiero sumar pensamientos
distintos, buscando adeptos a las humanas causas. Ya hay demasiada gente del
lado de los opresores.
Esa supuesta indignación tiene
mucho de doble moral, los mismos que le dan ME ENCANTA a la foto de una joven
mostrando buena parte de sus pompas, se indignan y escandalizan por groseras
cifras de embarazo precoz en Venezuela.
Las mismas que hacen virales los
videos de @MarkosMúsica, son las mismas que se indignan porque las etiquetan de
"prepagos", plásticas, tierrúas, tóxicas o todas las estupideces de
mal gusto que promueve el mentado.
Quienes buscamos remar contra la
corriente de la deshumanización no podemos cansarnos, no tenemos derecho. Ya habrá
los espacios donde la reflexión se convierta en acción, porque no basta escribir. Mientras tanto,
escribiendo estas líneas, la humanidad sigue llevada por la incertidumbre
causada por la pandemia.
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