Por Fex López Álvarez
Existe desde los largos debates entre Suetonio y Diogénes Larcio una discusión por suerte infinita entre los tatuados por la narrativa, su pertenencia al reino de la ficción o su eterna permanencia a la realidad.
Los defensores de Alexandría creemos firmemente que la realidad pertenece a otros reinos y que el domino de la narrativa es propiedad de los 9 anillos y del centésimo nombre de Dios. Incluso, se puede acusar que la ficción puede llegar a calar en la realidad de tal modo, que es posible encontrarnos de frente con un arqueólogo buscando Troya en Santa Sofva con una copia de la Iliada en una mano y una brocheta en la otra.
En el cuarto volumen de una enciclopedia ya olvidada, el señor de las pesadillas, Edgar Allan Poe, renuncia a la ficción por señalar que la realidad es mucho más aterradora que la ésta. Soy poco menos que viento para no aceptar la premisa del autor de El Péndulo, y por algún motivo mi corazón delata debilidad por este opeomano, alcohólico, maníaco depresivo con atracción por mujeres de muy corta edad, pero también puedo acusar a los realistas y a los hiperealistas a escudarse en este argumento para trazar historias vibrantes y abrumadoras.
Hay un lugar en el los dominios de la literatura donde se alza una torre bañada en marfil rodeada de tumbas de oro donde la ficción y la realidad se cruzan. A ese lugar, un valle entre Comala y Macondo, Héctor Nuno González a sido llevado por mariposas amarillas para narrar allí su más reciente libro, Estamos Hechos de Recuerdos.
En este libro, Héctor Nuno González aborda temas descollantes y actuales, pero al mismo tiempo letárgicos y eternos. Su voz obedece a los cuentos de sus abuelos, a la forma particular de narrar -realmente narrar- tan propia de los llanos venezolanos. Nuno no solo es otro autor brillante de una generación brillante de autores cojedeños, sino que es más bien el canon de estos.
Su narrativa rosa un costumbrismo lejos del fascismo literario caraqueño o de la caricaturesca narrativa costumbrista llanera-venezolana. En los recuerdos de Nuno hay arboles, hiervas, fútbol y reclamos altos, sin nostalgias o sin fatalismos tan comunes en nuestros actuales narradores.
Es para nosotros un enorme orgullo que sea este el primer libro publicado y presentado durante la cuarentena actual mundial, pues este libro está repleto de magia.
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